Esta tarde tuve la oportunidad de conocer a un líder colombiano que aspira a dirigir los destinos de la patria. Sostuvimos una hora de conversación en la que pude descubrir a un ser humano inteligente, capaz, con alto sentido de responsabilidad y profesionalismo. Vi en esa persona el entusiasmo propio de quien pretende generar grandes cambios.
Por un momento me detuve a pensar, si esas cualidades que estaba observando, serían las mismas de un candidato que tuviera a Dios en su corazón; es decir, de un candidato del paraíso. Hablemos en presente.
Para comenzar, ese personaje debe saber meterse en los zapatos de la gente, para poder actuar con justicia. En lo ético, refleja una rectitud intachable: un hombre de hechos más que de palabras, firme y honesto, que a su paso invita a todos a desempeñar un trabajo decente, íntegro, alejado de la corrupción. Un hombre de oración permanente, pidiendo la luz del espíritu santo antes de tomar cada decisión.
Esposo y padre ejemplar, que ama a su esposa y a sus hijos, es una persona que practica su religión sin ningún tipo de complejos, ofreciendo su plegaria como tributo continuo de amor a quien todo lo provee; de este modo, vive cumpliendo con las obligaciones más profundas de su alma, muy por encima del qué dirán.
Sin duda, es un ser humano lleno de virtudes, que defiende y respeta profundamente el derecho a la vida, esa que nace en la concepción y termina en la vejez, rodeada de afecto y reconocimiento. Porque la vida siempre es un milagro, que a diario compartimos en el anonimato de la humildad de las propias grandezas.
El candidato del Paraíso es un hombre que ve en el campo las mejores oportunidades para volver a tener una economía próspera, donde haya suficiente para todos, desde la libertad. Un hombre que rescate la Fe y la coherencia como las mayores virtudes que puede tener un pueblo.
Como cristiano, es un individuo que inspira buen comportamiento; es valiente, porque llama las cosas por su nombre y cuenta con los argumentos para desenmascarar el mal que viene asechando a nuestra patria. Ese candidato que quiere el Paraíso, es un hombre de estado cuyas acciones tienen como fundamento supremo a Dios.
